Cuando un niño juega, no solo se entretiene: construye su pensamiento, desarrolla habilidades sociales y, muy especialmente, fortalece el lenguaje.
Para los hablantes tardíos, el juego no solo es importante: es fundamental. A través de él, aprenden a usar objetos, a turnarse, a representar acciones y a expresar deseos o emociones… incluso antes de usar palabras.
🧸 ¿Cómo juegan los hablantes tardíos?
Muchas veces, los niños con retraso en el lenguaje:
- Prefieren juegos más sensoriales o de movimiento.
- Se concentran en repetir acciones (hacer girar cosas, apilar, lanzar).
- No siempre se involucran fácilmente en juegos simbólicos (como dar comida a un peluche o fingir que un bloque es un auto).
- Pueden jugar solos o sin buscar mucho al adulto.
Pero eso no significa que no estén aprendiendo. Significa que necesitan más tiempo y guía para subir al siguiente nivel.
🤲 ¿Cómo acompañar desde el juego?
- Sigue su interés
No cambies el juego por uno “más educativo”. Observa lo que le gusta y únete a eso. Si le encanta meter cosas en una caja, haz lo mismo y agrega lenguaje: “¡Pum, adentro! ¡Otro más!” - Baja a su nivel
Si está en el suelo, siéntate junto a él. Míralo, habla con él, responde sus gestos. Eso ya es comunicación. - Imita sus acciones
Si él gira una tapa, tú también. Luego varía un poco y mira si él imita tu nueva acción. - Agrega lenguaje simple y repetitivo
Usa frases cortas: “¡Rueda!”, “¡Se cayó!”, “¡Guau guau duerme!”. No le exijas repetir. Solo habla con intención y alegría. - Usa el juego simbólico poco a poco
Dale una cuchara a un peluche, haz que tome sopa. Tal vez tu hijo solo mire… ¡pero está absorbiendo! - Celebra cualquier intento comunicativo
Un gesto, una mirada, una vocalización. Todo cuenta. Responde como si fuera una conversación.
En mis asesorías, te enseño a detectar los niveles de juego de tu hijo y a usar su juego preferido como puente para desarrollar habilidades lingüísticas. Sin forzar. Sin exigir. Solo acompañando lo que ya disfruta.
🌱 El lenguaje nace del vínculo… y el juego es el mejor camino
No necesitas juguetes caros ni estructuras complicadas. Solo necesitas tiempo compartido, atención presente y ganas de entrar en su mundo. Desde ahí, el lenguaje crece como una semilla que encuentra tierra fértil.