No necesitas ser experta ni tener materiales especiales para ayudar a tu hijo a desarrollar el lenguaje. De hecho, las mejores oportunidades para estimularlo están en tu rutina diaria, justo ahí, en lo que ya haces: vestirlo, bañarlo, darle de comer, salir a pasear.
Cuando entiendes que el lenguaje se construye viviendo el día a día juntos, empiezas a ver magia en lo cotidiano.
🛁 ¿Cómo transformar rutinas en oportunidades de lenguaje?
1. Narra lo que haces
Mientras vistes a tu hijo, di en voz alta lo que estás haciendo: “Ahora te pongo los calcetines… uno, dos… están suaves, ¿cierto?”. Usa frases cortas y claras. No necesitas que repita, basta con que escuche muchas veces.
2. Dale opciones
En vez de preguntarle “¿quieres esto?”, dale elecciones con palabras concretas: “¿pan o fruta?”, “¿camión o pelota?”. Aun si no responde verbalmente, estará procesando esas palabras y asociándolas a objetos reales.
3. Espera su turno
Aunque todavía no hable, haz pausas para que participe: lo miras, sonríes, esperas su gesto o sonido. Eso le enseña que la comunicación es de ida y vuelta.
4. Usa palabras funcionales
En lugar de solo enseñar colores, números o animales, prioriza palabras que le sirvan para comunicarse: “más”, “no”, “aquí”, “mío”, “mira”, “ven”, “ayuda”.
5. Juega en el suelo
El mejor lugar para estimular el lenguaje es al nivel de tu hijo. Siéntate en el suelo, míralo a los ojos, repite lo que él hace, reacciona a sus sonidos, ponle palabras a sus acciones. No necesitas juguetes caros: una cuchara o una caja pueden abrir conversaciones.
🧡 Lo constante vale más que lo perfecto
No se trata de hacer actividades especiales a cada rato, sino de aprovechar lo que ya haces con más intención. Lo importante no es cuánto tiempo hablas, sino cómo te conectas mientras hablas.
Tu hijo necesita más que palabras: necesita tu voz, tu mirada, tu presencia. Y eso, mamá, ya lo tienes.