“¿Será muy pronto para llevarlo al fonoaudiólogo?”
“¿Y si lo llevo y me dicen que estoy exagerando?”
Estas dudas son comunes. Muchas familias esperan por miedo a “adelantarse”, pero cuando hablamos de lenguaje, la intervención temprana siempre es mejor que la tardía.
✅ ¿Cuándo es momento de consultar?
No hay una edad exacta, pero sí indicadores claros que justifican una evaluación profesional:
- Si el niño tiene 18 meses y aún no dice palabras claras.
- Si no intenta comunicarse con gestos o sonidos.
- Si no responde a su nombre, parece estar en “su mundo” o no muestra interés en interactuar.
- Si hay regresiones en el lenguaje: palabras que usaba y dejó de decir.
- Si tenés una inquietud persistente, aunque nadie más la note.
Una consulta no compromete a nada. No significa que tu hijo “tiene un diagnóstico”, sino que alguien capacitado lo observa, valora su desarrollo y te orienta.
👩⚕️ ¿Qué se hace en una sesión de fonoaudiología?
Las primeras sesiones suelen incluir:
- Entrevista con la familia: se recaba información sobre el embarazo, desarrollo general, hábitos, contexto familiar y preocupaciones específicas.
- Evaluación lúdica del niño: se juega con él, se observa cómo se comunica, si comprende órdenes, cómo se expresa, si usa gestos, sonidos o palabras.
- Observación del vínculo: cómo se da la interacción con sus cuidadores y qué estrategias pueden potenciarse en casa.
- Plan de acompañamiento: si es necesario continuar, se diseña un plan de trabajo personalizado, muchas veces centrado en el juego, la estimulación del lenguaje y el fortalecimiento del vínculo.
💡 Importante: las sesiones no son clases de “repetir palabras”. No se presiona al niño ni se lo sienta frente a una mesa a hacer tareas. Se trabaja desde el juego, la conexión y el respeto por sus tiempos.
Ir a fonoaudiología no significa “algo anda mal”. Es un paso de amor, de cuidado, de prevención. Porque acompañar a tiempo es regalarle al niño más oportunidades para expresarse, vincularse y disfrutar del lenguaje.