Cuando un niño tarda en hablar, muchas veces el entorno —con la mejor intención— adopta estrategias que, sin querer, pueden interferir más que ayudar. Como fonoaudiólogos, vemos estos casos a diario y acompañamos a las familias a corregir pequeños hábitos que pueden tener un gran impacto.
Aquí te comparto 5 errores comunes que deberíamos evitar al interactuar con un hablante tardío:
- Anticiparse a todo lo que necesita
Si el adulto interpreta y satisface rápidamente las necesidades del niño sin darle la oportunidad de expresarse (aunque sea con gestos o sonidos), se pierde una valiosa instancia comunicativa. Es mejor esperar unos segundos, ofrecer opciones y favorecer que el niño intente comunicarse. - Exigirle que repita o hable “como grande”
Pedirle que diga palabras largas o que repita constantemente puede generar ansiedad o frustración. El lenguaje debe construirse en un ambiente seguro, no bajo presión. En lugar de corregir, es mejor modelar la palabra correctamente y seguir la interacción con naturalidad. - Sobreestímulo o exceso de pantallas
El lenguaje se desarrolla en el vínculo. Las pantallas no reemplazan la interacción humana. Aunque los dibujos “enseñen palabras”, nada reemplaza la mirada, el tono de voz y la respuesta emocional que ofrece un ser humano real. - Compararlo con otros niños
Cada niño tiene su propio ritmo. Las comparaciones generan angustia tanto en los padres como en el niño. En vez de mirar hacia el costado, enfoquémonos en acompañar su proceso y celebrar sus pequeños avances. - Decir “ya va a hablar solo” sin observar otras señales
Frases como esta postergan consultas necesarias. Si hay dudas, lo mejor es una evaluación profesional para aclarar el panorama.
Acompañar a un hablante tardío implica más que esperar: es crear oportunidades de comunicación y confiar en que, con apoyo, todo puede florecer a su tiempo.